Ha llegado marzo y con ello el inicio de un nuevo año escolar que abriga esperanzas de la más variada índole. El inicio de un nuevo año escolar se constituye en un motivo de inmensa alegría y de celebración colectiva entre los miembro de cualquier comunidad escolar (estudiantes, padres, maestros, personal administrativo y de mantenimiento) debido a la emoción que implica el volver a ver a los viejos amigos, a contarse anécdotas vividas durante las vacaciones, y por la curiosidad de conocer a los nuevos estudiantes.
Después de un reparador descanso, nos aprestamos a entregar lo mejor de sí en esta hermosa y fundamental tarea de la educación. Enfrentaremos en conjunto nuevos desafíos y tareas para hacer de nuestra institución educativa un espacio de reflexión, de aprendizaje y de convivencia solidaria y fraterna inspirados en el mensaje de Cristo.
Todos y cada uno de nosotros desempeñamos un rol fundamental e insustituible en el compartido anhelo de hacer de la educación de nuestro país una experiencia de crecimiento y levantarla como una palanca fundamental de desarrollo y progreso. Es por ello que debemos animarnos y comprometernos en cuerpo y alma en esta empresa
No olvidemos que en buena parte es aquí, en nuestras aulas, donde se forman las nuevas y futuras generaciones que serán protagonistas en la construcción de un Perú más grande, que cobije con amor y dignidad a todos sus hijos. De modo que, a final de año, podamos decir, con la frente en alto y con la satisfacción del deber cumplido, que hemos crecido como personas y como comunidad.
Todos y cada uno de nosotros desempeñamos un rol fundamental e insustituible en el compartido anhelo de hacer de la educación de nuestro país una experiencia de crecimiento y levantarla como una palanca fundamental de desarrollo y progreso. Es por ello que debemos animarnos y comprometernos en cuerpo y alma en esta empresa
No olvidemos que en buena parte es aquí, en nuestras aulas, donde se forman las nuevas y futuras generaciones que serán protagonistas en la construcción de un Perú más grande, que cobije con amor y dignidad a todos sus hijos. De modo que, a final de año, podamos decir, con la frente en alto y con la satisfacción del deber cumplido, que hemos crecido como personas y como comunidad.
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